Vuelta a la rutina tras un gran viaje
Nadie te hablará de la vuelta tras la marca que un gran viaje deja en ti
Hoy me gustaría hablar sobre lo que supone la vuelta a rutina tras un gran viaje, aquello que conseguiste realizar tras muchos meses, incluso años, soñando.
Viajero, yo te pregunto: ¿Alguien en algún momento te ha contado lo que supone la vuelta? ¿En algún momento alguien te habló de la apatía, melancolía, bajona y drama que supone volver a la rutina tras estar alejado bastante tiempo de tu casa? Sin exagerar digo que a mi me parece una tragedia.
Leer algo al respecto en blogs de viajes va a ser complicado, encontrártelo en videos de youtube todavía más difícil ya que en esos vídeos los creadores se centran en lo positivo y Dios les libre de relatar algo malo salvo que deseen monetizar alguna aventurilla desastrosa. Entonces sí, te contaran que viajar igual tiene sus cosas malas.
Lo que deseo poner encima de la mesa como apunte para el debate es lo jodido que es ponerse en marcha otra vez tras probar las mieles del éxito que supone para uno conseguir ese sueño, porque seamos claros, por fin se consigue salir de la rutina que desde siempre se nos ha inculcado, es decir, brillar profesionalmente, luchar por un hogar a poder ser con familia y todas esas normas sociales que cada día más se están desmoronando.
Hay un movimiento global que repudia esa imposición, personas que anhelan otra forma de vida, que dimiten de esas exigencias no escritas que se han ido siguiendo durante el transcurso de una vida, aceptándolas para ser admitido en esta sociedad normalmente clasista. Incluso diría más, esforzándose para ser, no solo aprobado, si no respetado, adoptando para ello roles que en el fondo solo sirven para desgatarse.
Es muy cansino mantenerse siempre alerta en una sociedad demasiado centrada en lo laboral, en la superación profesional en el mejor de los casos, o en el peor, en el miedo a perder lo que todavía no se tiene. Desgraciadamente y por norma, casi siempre se vuelve a ese mismo purgatorio en un mundo donde conseguir algo para no estar en número rojos parece ser de momento la opción más viable.
La presión laboral del día a día
Todo ésto lo cuento básicamente porque yo ahora mismo, en estos días que os escribo, estoy viviendo una situación algo caótica. No tengo tan claro que mi vida pase por el mejor momento profesional, voy arrastrándome por los trabajos que consigo, y no es que no trabaje duro, porque esa sería mi intención, es que mentalmente no estoy. Me he largado hace mucho tiempo, y aunque parezca algo positivo, tiene mucho de perjudicial. Parece un oxímoron complicado de desentrañar interiormente, habría que reflexionar sobre qué demonios nos está pasando y no solo a mí, si no también a un alto porcentaje de la sociedad actual.
Siempre he sido un tipo que ha intentado aprender y tener todo bien organizado: tomar notas en mis nuevos desempeños laborales, poner atención en las enseñanzas, lo básico para amoldarte rápido a lo que te piden y funcionar de manera autónoma lo antes posible, pues bien, ahora mismo mi cabeza no está dispuesta a eso. Mientras el resto de personas en el mundo pretenden, con buen criterio, mantener su puesto y seguir en su empresa para «ser un esclavo del dinero y luego morir» – The verve – el que os escribe tiene el deseo y el anhelo de encontrar un leitmotif paralelo.
A menudo me pregunto ¿Cómo sería la penitencia si no existiese la expectativa real de volver a iniciar un trayecto largo? Las temporadas y el tiempo en el que he estado fuera de casa viajando ha sido suficiente para tener algo de bagaje, hacerme una idea e imaginar cómo sería, así que efectivamente puedo responderla con cierto miedo y respeto, porque no me gusta nada el veredicto.
¿Somos unos junkies de los viajes?
Por todo ésto debería existir el debate sobre la vuelta a esa rutina, se necesitan más relatos y experiencias de personas que lo han superado. Que nos cuente cómo lo han conseguido. Yo apuesto a que se han podido cansar tras un buen tiempo viajando o quizá han encontrado el lugar adecuado donde parar, que esa es otra. Podríamos preguntarnos si nos vamos porque donde habitualmente vivimos esa rutina no es el sitio en el mundo que nos corresponde.
En resumidas cuentas y yendo un poco más allá, yo no sé hasta que punto puede llegar a ser motivo de terapia, y cuando digo que no lo sé me refiero a que la posibilidad existe, ya que, si tienes que volver con el rabo entre las piernas la adaptación a tu nueva-vieja vida puede causar malas vibras. De hecho yo he sentido desasosiego antes de irme de viaje, porque, tras estar tanto tiempo ilusionado, una ilusión que facilita tu día a día, que mueve tu motor mientras a tu alrededor todo es ajeno a ti, el comienzo del viaje es el principio del fin. Qué loco ¿no?
Muchas preguntas, muchos debates, muchas cajas abiertas que muestran miles de dudas.