Por fin Colombia
Por fin Colombia
Adiós Perú querido. Hola Medellin.
Por fin he llegado a Colombia. Después de miles de kilómetros por carretera y algún que otro vuelo he llegado al país del que todo el mundo viajero habla. No sé si es hype o cuánto de cierto hay en que todos hablen maravillas de él. Cierto es que una vez aquí empiezo a escuchar voces que no están tan convencidas de las bondades del país, pero eso voy a tener que descubrirlo yo en las próximas semanas
Llegué a Medellin en un vuelo desde Lima, la capital de Perú. En el anterior episodio del blog me quedé ahí precisamente, hablando de las maravillas que me encontré en el país del chifa, la gastronomía rica y de las ciudades sorprendentes.
Viajar sin saber en que día vives, incluso no saber ni la hora, solamente guiarte porque tu estómago te reclama algo de alimento en las horas marcadas a fuego. Todo eso, ese lujo tan inmenso que supera cualquier bien material, es lo más cercano que conozco a la libertad.
Por fin Colombia
Lima no es tan caótica
Todos aquellos viajeros que me iba encontrando en el camino y que habían visitado la capital me decían lo mismo, de hecho los viajeros que me voy encontrando actualmente lo confirman: Lima es caótica.
Eso en el contexto sudamericano significa que además del caos de tráfico y lío callejero vas a encontrar cierto peligro e incomodidades. Pues bien, aquí vengo yo, con matices, a negarlo. Vale, yo me moví por varios barrios que podrían tacharse de exclusivos. Tanto Miraflores como Barranco son dos zonas en la capital que gozan de la tranquilidad y la calma que los viajeros extranjeros buscamos. Así pues, desde el punto de vista de alguien que la visita de pasada, junto al centro histórico, no se puede decir que Lima sea tan caos
Su plaza Mayor es preciosa, eso nadie lo puede negar tampoco. Las calles que la custodian son amplias, limpias, con mucho comercio y seguridad. Por otra parte la plaza San Martín, menos bonita, contiene una joya arquitectónica en forma de museo: El hotel Bolivar.
Quizá mi percepción no sea compartida con el resto de los viajeros, pero la experiencia que yo viví dista mucho de las que me han contado otros visitantes
Otras de las cosas que me motiva totalmente a calificar de visitable la capital peruana es lo bien que pernocté en el mejor hostel que me he encontrado en todos mis viajes. Un lujo que difícilmente voy a poder repetir y más por el precio que costaban sus habitaciones. En el barrio de Barranco, al sur de la capital, se encuentra este hostel llamado Ancestral hotel Barranco. Una casona antigua con todo lujo de detalles.
Barranco tiene un aire bohemio (y algo cheto) muy interesante y el lugar en concreto, el hostel, no se queda atrás. Una casa espectacular, amplia, elegante, antigua, llena de detalles maravillosos… Un lugar para quedarse a vivir eternamente, aunque sea compartiendo habitación, muy al estilo inquilino de hotel de aquellas magnificas películas de los años 60 en donde había viajeros que nunca despegaban del lugar y que vivían rodeados de preciosos recuerdos.
Entró en el puesto uno de mi lista de mejores hostels que me he ido encontrando por el mundo. Si queréis conocer mi lista, aquí tenéis este artículo en donde los nombro.
Los mejores hostels
Mi lista por países
Por fin Colombia
Medellín entre el pasado oscuro y las ganas de progresar
Es por todos conocido el pasado tan violento de Medellín y en especial de la comuna 13. No es un barrio, digamos que sería un distrito que alberga varios barrios y en los años ochenta empezaron a crearse parcelas que así los denominaron. Lo cierto es que lo que en un principio iba a ser una bendición para todos aquellos que fueron a tener una vida mejor en esas zonas cedidas por terratenientes, nada más lejos de la realidad porque desde comienzos de esa década en adelante, vivir en esa zona de la ciudad se convirtió en un infierno.
Durante los años 80, 90 y parte del comienzo del siglo actual, Medellin y concretamente la comuna 13 era uno de los lugares más peligrosos del mundo. El narcotráfico, las guerrillas, los paramilitares o la delincuencia relacionada con la pobreza fueron una losa para todos aquellos que vivían en esta parte de la ciudad en donde se jugaban la vida día sí y día también. Tras el control de la comuna por parte del gobierno, derrotando a las guerrillas que controlaban la parte alta, y la expulsión de los grandes narcos en la parte baja, el cambio y transformación que toda la población joven deseaba llegó y la cultura y el arte tomó el control
Hoy en día el turismo, que representa el 65% de los ingresos en los barrios de la comuna, está tomando las calles mucho más seguras y coloridas, dando un impulso importantísimo para que los jóvenes en vez de desear llevar un arma en el cinto, deseen bailar, cantar o pintar para demostrar que la violencia nunca es alternativa y el arte, por el contrario, es un pilar fundamental en la sociedad.
Las experiencias personales contadas por guías locales te ponen la piel de gallina, uno no puede hacerse a la idea de lo que han tenido que vivir todos esos chuiquillos que hoy orgullosamente te hablan de la maravillosa transformación de esta comuna.
Color, color y color. Baile, gastronomía, comercio local y mucha música en Comuna 13.
Mas allá de eso Medellin no me ha convencido todavía. No es una ciudad que me guste especialmente, aunque debo reconocer que tiene su encanto paisajístico por esa cantidad de cerros que la rodean. Hay ciertas cosas negativas que a nadie le pueden gustar porque atentan directamente contra la mujer, por ejemplo, y otras que podrían ser relacionadas con la seguridad, aunque a mi, todo hay que decirlo, de momento nadie me ha dicho nada que me haya molestado.
Por fin Colombia
Buscando objetivos fotográficos.
Como Medellín no me gustó demasiado, me fui a un lugar que recomiendan encarecidamente y ciertamente está bien recomendado porque es un lugar muy bonito. Guatapé está a dos horas de camino de Medellín y se llega muy fácilmente desde la estación norte en la ciudad.
Colombia lo pisé triste por dejar Perú y hubo un par de cosas que de principio no me gustaron absolutamente nada. En la ciudad que aterricé, Medellín, ser turista parece que es un reclamo para que todo el mundo quiera estafarte un poquito de dinero y como digo estaba algo incómodo, pero han ido pasando los días, conociendo otras realidades alejada de la urbe y la cosa va mejorando.
En el próximo episodio os contaré si efectivamente va mejorando o por el contrario pasar tanto tiempo en el país va a ser un error.