América del Sur,  mochilero

Disfrutando Iguazú ¿Cómo explico yo ésto?

Lo más increíble que mis ojos vieron.

Eso, ahora a ver cómo explico todo lo que mis ojos y mis sentidos han vivido estos días atrás. Por la misma razón que exponía en relatos anteriores, me va a ser difícil explicar qué demonios ha pasado durante estos tres últimos días en Puerto Iguazú, provincia de Misiones, Argentina.

Creo que lo más adecuado sería empezar hablando de la propia ciudad. Aunque pasé también a la parte brasilera, a Foz de Iguazú, pero mínimamente, lo justo para chequear trámites en el control de migraciones, aduanero. Sencillo, pero como vas con tanta ilusión, comienzan a aparecer los fantasmas creados por la situación global actual. ¿Llevaré todos los requisitos solicitados? ¿me harán preguntas en brasileño? Aunque fue un poco tenso, mejor dicho, aunque en mi cabeza fue algo tenso, los trámites anduvieron por su curso natural y pasé sin problemas. Ahí está plasmado el sello de Brasil en mi pasaporte.

Puerto Iguazú me evoca literatura. Aquellos pasajes y relatos que hablan de villas y pueblos portuarios en los ríos amazónicos. Es una sensación que me acompaña en cada uno de mis pasos por la ciudad. De tierra roja, arcillosa, muy intensa su textura, pasando a un verde selvático exuberante, grandioso, denso, abrumador de su vegetación. Plantas que yo jamás había visto, animales que tampoco, obvio, porque arañas como las que colgaban de las pasarelas no quiero tener cerca.

La ciudad es un punto neurálgico de conexiones entre tres países: Paraguay, Brasil y Argentina. De hecho aquí se puede observar el hito de la triple frontera, el río iguazú alcanza en esta zona al Paraná. Otro espectáculo más. Otro y otro y así hasta el nunca acabar.

Dicen que hay un pique entre brasileños y argentinos a ver quién tiene la parte más bella de las cataratas. Bien, no voy a entrar en valoraciones y comparativas, las dos partes son bellas y espectaculares. Eso de tener que crear polémicas utilizando la naturaleza para sentirse más poderoso ante el otro, tirando de ego facilón es una soberana mamarrachada, sinceramente.

La cuestión es que Argentina tiene en su territorio el 80% de las propias cataratas, así que juegan con ventaja en su eterna disputa, pero desde Brasil se puede visionar la panorámica de toda la parte argentina, con lo cual, igualan la ventaja y digo que la igualan desde la sorna, porque la verdad, todo es precioso. No hay más. Punto.

He tenido suerte, aunque no sé cuál será su caudal máximo habitual, yo he asistido a una descarga de agua de dimensiones extraordinarias. Yo que vengo del Ebro y todo me parece mucho en cuanto se oye ruido de caudal. Ustedes igual me dicen que no es para tanto, que en otras ocasiones se ha visto mayor, pero yo me quedé de piedra. Bueno, no tanto, en la garganta de la parte brasileña, que queda más abajo de la argentina, bien que me metí en medio del spray. Ruido atronador, agua y mucho animal volando por encima de todo el panorama, porque esa es otra, la cantidad de animales que uno se encuentra, casi ninguno conocido. Se dice, se dice y se ve en los letreros avisando, que hay jaguares. Yo no los vi por suerte. Coatíes sí, y arañas, gordas como la madre que las parió, pájaros de muchos tipos y colores. Como yo no tengo ni idea, pues oiga, imagine.

Para resumir y no caer de nuevo en los calificativos que usé a conciencia cuando hablé de la Patagonia, yo les digo que hasta hoy, efectivamente, no he visto nada más impactante y me quedo tan ancho, porque si la memoria no me falla es así. Yo les recomiendo la visita encarecidamente. Hoy Argentina no es cara gracias a la devaluación de su moneda. Los vuelos comprados con tiempo pueden salirles económicos. No dejen de venir a Iguazú, por favor o por los dioses. Miren mis humildes fotos, disfruten y entiendan que la naturaleza, por muy agredida por el ser humano, nos superará siempre. Cuídenla.

Y ahora si me lo permiten sí, voy a dejar claro, porque me resistía a los calificativos, que es un espectáculo digno de ser la primera maravilla natural del planeta y eso amigos, vivir ésto y recordarlo pone la piel de gallina. Lágrimas, para variar, emoción, silencio de los visitantes ante sensaciones especiales en puntos concretos del parque, silencio entre el abrumador sonido de la furia de la naturaleza. Hermoso, precioso, único, fantástico, todo lo que ustedes imaginen y más.

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