La Rioja y Catamarca
La Rioja y Catamarca
Cometiendo los mismos errores
Han pasado tantas cosas durante estas dos semanas por La Rioja y Catamarca que no sabría ni por donde empezar. Asumir errores puede que sea lo más acertado y mejor ejercicio para el futuro, así que ahí va mi reflexión y descarga de penas.
Desde siempre he sido consciente de que he ido cometiendo errores de logística y organización en todos y cada uno de mis viajes. Suele ser más sangrante aún cuando organizándolo durante meses las cosas salen mal, pero incluso cuando pasas de todo, también es frustrante.
El hecho es que definitivamente o soy yo, que no sé organizarme y siempre hay alguna metedura de pata, o los astros se colocan en posición ideal para que se lie el asunto.
Por una cosa u otra a mi se me hace bola organizar algo por estas tierras. Ya me pasó el año anterior y me está pasando ahora. Es verdad que a veces pienso que es mejor que no haya ciertas facilidades con la idea de que no se masifiquen los lugares a los que voy, vamos, que me va la marcha, pero cuando estás en acción se te acaba la tontería y deseas que todo sea más fácil.
Para resumir, si vienes en transporte público por aquí, por el norte de Argentina, tranquilidad y paciencia porque sabes perfectamente que vas a dar vueltas como un pirulo, pero por otra parte si eres de los que olvida rápido como yo y te paras a pensar el porqué estás aquí, entenderás que el esfuerzo merece la pena. Y si aún así no lo consigues no te preocupes, anda unos metros, mira a tu alrededor y entonces ante ti aparecerá el antídoto para calmarte, mira las montañas y disfruta.
» Con el tiempo, como parece que va a ir pasando en estos próximos meses, iré asimilando y tomando conciencia de aquello que hoy estoy viviendo. Entenderé esta experiencia vital, la magnitud de lo que para mi es ya la mejor de las más extraordinarias aventuras que he vivido «
La Rioja y Catamarca
Sentirte como en casa lejos de tu hogar
La frase no es mía y no estoy seguro de que sea así del todo, pero lo mismo da porque el resultado y la intención es la misma. De nuevo he podido disfrutar de una maravillosa vida de hostel. Si bien unas líneas atrás reflexionaba sobre los errores que uno comete por no centrarse, también debo decir que no hay bien que por (no) mal no venga.
En un principio pensé que me había equivocado yendo a Chilecito y no a Villa unión. Me di cuenta en el momento que para hacer excursiones tanto a Talampaya como a la laguna brava lo mejor era ir a Villa unión, de ahí mi leve frustración. Pero como no hay opción mala en este país, acerté a la hora de elegir el hostel. No suelo nombrar los lugares donde duermo, pero en esta ocasión me voy a saltar esa regla porque bien lo merece.
Yanay Hostel se llama el lugar, regentado por Euge, a la que desperté a primera hora ya que venía de Córdoba en el nocturno. La lista de bondades del lugar las voy a ir nombrando en las próximas líneas.
El lugar en cuestión tiene su estilito propio, lugar acogedor, rústico, chiquito, con lo justo y necesario. Por eso digo que parece tu propio hogar. El baño es el mismo para todos, la cocina está decorada como en la casa de campo de tus abuelos, el saloncito tiene su televisión para estar con dos tres personas en el sofá viendo alguna película.
Tiene patio, obvio, una perrita cariñosa, te preparan el desayuno y te dan de comer comida casera. ¿Algo más se puede pedir? Sí, algo más: La hospitalidad, la amabilidad y la mano que te echa Euge siempre que puede, que suele ser en cada momento. Además de todo ello te lleva a recorrer el camino que hay entre Chilecito y villa unión cruzando por la cuesta de Miranda y acercándote a un pueblo precioso, típico y genuino de la región: Aicuña.
Este lugar en concreto, embajada provincial de la nuez ( igual me lo estoy inventado, pero adelante con ello ) tiene sus lugares en donde pernoctar o alimentarse. Elegimos una casita en donde almorzar regentada por Josefa. El lugar es ni más ni menos que su casa, su hogar, así que lo que yo viví ahí fue de un calor y un cariño muy emocionante. Cominos junto a su familia en la misma mesa donde todos y cada uno de los días ellos almuerzan o cenan. Comida casera, regalos, hospitalidad enorme…, volviendo a lo que habitualmente me ocurre ¿Cómo demonios expreso todo aquello que viví?
Un rato antes pasamos por donde lo de Nelly, otro lugar bastante auténtico y genuino, en donde puedes degustar empanadas, nueces o nueces bomba (el término lo he inventado yo: Nueces, dulce de leche y fondant. Casi nada)
Aicuña tiene una peculiar manera de gestionarse urbanisticamente, pero eso es una historia muy larga y debería ser Euge, cuando visitéis su hostel, quien os la cuente.
Chilecito es un pueblo de la región algo más grande que Villa unión pero menos turístico. De todas formas tiene sus alicientes. Por un lado suele tener disponibilidad en tiempos vacacionales, que eso ya es mucho y por otro lado tiene su cristo gigante. Es como un Corcovado, pero menos alto y en invierno la temperatura a los pies de la escalera es más baja que en Río de Janeiro.
Con el tiempo, como parece que va a ir pasando en estos próximos meses, iré asimilando y tomando conciencia de aquello que hoy estoy viviendo. Entenderé esta experiencia vital, la magnitud de lo que para mi es ya la mejor de las más extraordinarias aventuras que he vivido
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Geología sexy
¿Quién me iba a decir a mi que la geología me iba a poner cachondo? Efectivamente, lo que antes para mi eran solo piedras, en Villa unión y su entorno la visión tan ignorante que tenía sobre la geología ha cambiado radicalmente. No me voy a volver un loco de los pedruscos, pero es que en esa zona las formaciones son tan protagonistas por su belleza, que hacer la vista gorda y no sentirte enano ante semejante majestuosidad es complicado. Te involucras sí o sí.
Un día me vinieron a buscar en un 4×4. David iba acompañado de una familia española que vive en Uruguay. Primera sorpresa para mi ya que he ido conociendo a pocos españoles en la ruta.
Es curioso ¿no? Nunca jamás había tenido trato con ellos, es posible que jamás vuelva a tener contacto de nuevo, pero esas horas eran de los míos. Iban en nuestro coche, así que eran de los nuestros, de los míos. Al final nos despedimos con un abrazo, como mandan los argentinos.
Los 5 junto a David al volante vivimos una experiencia impresionante. Pudimos ver como las placas (lo que sea. La geología me gusta desde el otro día pero soy un ignorante) fueron empujando y empujando hasta que los suelos se iban colocando uno encima de otro formando flechas casi perpendiculares al suelo, es decir, la hostia en verso que hay que ver para entenderlo. No son montañas como parece a priori, es un antiguo río montado encima de un lecho de río anterior.
Yo no sé explicarlo, ahí os dejo una foto.
De ahí subiendo cuestas de 45º de inclinación (no es coña) llegamos al valle pintado y de ahí a la laguna en donde a lo lejos se puede ver el avión que en 1964 hizo un aterrizaje forzoso. Quizá la laguna es de lo de menos, bajo mi punto de vista lo bonito, lo verdaderamente flipante es el camino.
Un tapiz multicolor en en forma de pantalla de cine de 360º. Algo enormemente bello, difícil de explicar e incluso a veces difícil de entender, preguntándote cómo demonios se ha formado algo tan bonito. Ceniza volcánica, plantas muy del lugar con tonos amarillos, tierra rojiza, arena marrón, tonos azules… La imagen que me viene a la mente son aquellos tarros de cristal que se compran como recuerdo en las playas del mediterráneo hechos con diferentes tizas de colores rayadas y colocadas en la botella en forma de capas.
En esta zona las excursiones no son baratas y hay muchas para hacer. Hay que ir seleccionando porque si no te dejas unos buenos miles de pesos. Esta es obligatoria y no deberían dejar de hacer: Tengan cuidado con las recomendaciones, porque el gusto es relativo, pero esta en concreto hay que prestarle cierta atención, más de hecho.
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Perros y adobe
Pernocté en una pequeña aldea llamada Banda florida. Una pedanía de Villa unión con muy pocas casas, algún kiosko en donde vendían los justo y necesario, una escuelita y muchos perros y caballos. Abunda la tierra roja y la arcilla, así que muchas de sus casas, algunas de más de 100 años, están construidas con adobe. Un lugar en donde hay cientos de animales sueltos, ya sean caballos, mulas, perros o gallinas. El suelo es rojo, de arena, casi sin asfalto salvo en su plaza principal y alguna callecita más.
Hice el trayecto Villa unión a La rioja bajo el manto de la vía láctea que en estos lares se ve casi en 8K. Va indicando el camino y la visión de las estrellas está siempre presente. Es una zona desértica con muchísimo encanto, no en vano ahí se encuentra el parque nacional de Talampaya y el de Ischigualasto, perteneciente este a la provincia de San Juan.
Sí, al final visité Talampaya. No como me hubiese gustado, pero hicimos un trekking por el interior de sus formaciones rocosas. El viaje lo hice acompañado de varias personas que conocí en el hostel en el que me alojé. Alquilé un coche y aquí noté la infraestructura turística algo débil que debería mejorar Argentina. Creo que me ningunearon un poco, pero eso queda atrás, lo importante es que compartí buenos momentos en un lugar con el que sigo manteniendo una relación amor odio. Lo más importante de esa caminata fue el poder encontrarnos casi cara a cara con un guanaco relinchando defendiendo a sus crías.
Fue quizá un momento algo tenso, pero precioso y una bonita experiencia.
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My friends
Lo que uno se va encontrando por el camino
La gente es buena hasta que se demuestre lo contrario. Estoy un poco cansado de ese discurso de que el mundo es peligroso y de que la gente es mala. Voy aprendiendo que por una parte son esloganes tan usados como falsos. No sé en qué momento se ha empezado a asustar tanto a la población, pero parece que el discursito funciona. No, no todo lo que hay ahí fuera es malo y feo, en absoluto.
De hecho el mundo es precioso, excitante pero no inseguro y sus pobladores, por norma suelen ser buenos, salvo, claro, muchos de esos que aseguran que las personas no son de fiar. Es muy posible que sepan de lo que hablan porque tienen al enemigo en casa.
Lo que yo me he encontrado por ahí es mucho mejor de lo que uno puede desear. Casi diría que lo instagrameable los lugares que visitamos puede ser en ocasiones la guinda, pero el pastel, sin duda, son las personas que te vas encontrando y más en un país como Argentina, donde sus ciudadanos son tan argentinos (sí, eso es)
Ocasionalmente en nuestros viajes, al menos en el mío, durante horas o días, incluso semanas, esas personas que te acompañan se convierten en los tuyos. Son tus amigos por momentos, durante un breve espacio de tiempo son como tu familia. Es un sentir que está ahí. Pueden ser acompañantes en una excursión a un cerro, personas que duermen en tu habitación o que simplemente toman contigo un café.
También puede ser que te llame la atención alguna persona que camina por la calle, que te sirve un café en un bar, que te indica cuál es la mejor manera de llegar a un lugar determinado o encontrarte con un grupo de chicos en un banco de un parque y que la estampa de verles conversar te llame la atención.
En ese momento me di cuenta de algo que puede sonar banal, quizá, pero que es parte de algo que he conversado con varios amigos argentinos. Varios de ellos me han asegurado que en Argentina se piensa que las mujeres más bonitas están en la provincia de Entre ríos. Cuando hablo de chicas imagino que también habría que incluir a los chicos, pero permitidmelo, me suelo fijar en las chicas. Bien, en Catamarca creo que he conocido los rasgos más bonitos. He descubierto esa mezcla tan especial que a simple vista se intuye entre rasgos originarios y occidentales, una nota diferente que llama mucho la atención, de hecho tal fue así que no pude resistirme y efectivamente pedí al grupo de chicos de aquel banco hacerles una fotografía.
Ya son muchas las páginas escritas sobre lo bueno e interesante de ir conociendo personas, en estos casi dos meses y medio de viaje me ha dado para sorprenderme con todo tipo de personalidades. Insisto tanto porque está siendo el mayor regalo que me estoy llevando de esta aventura.
Podría nombrar a muchos, tantos y tantos amigos que apenas habría espacio suficiente en este blog, y si no con sus nombres si con su cariño y dedicación. No querría dejarme ninguno así que, recurro a la mejor opción que es la de dejarlos ahí, en mi cabeza guardaditos para mi.
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Rumbo a Catamarca
El año pasado lo intenté, efectivamente, busqué la manera de llegar al balcón del Pisis. Esa era uno de mis objetivos por los que volver a Argentina un año más, conseguir subir a ese majestuoso mirador. Antes de todo eso como ya he contado disfruté muchísimo en la Rioja, dejó en mi un bonito recuerdo y ejercité el desapego obligatorio en estos casos. Despedirse de los que en ese momento habían sido tus amigos del alma, pero eso ya lo he contado más arriba.
Tomé bus a Aimogasta y de ahí a Fiambalá, provincia de Catamarca. Hay una anécdota bonita en este pequeño trayecto y es que una vez en el bus, antes justo de salir, subieron varias vendedoras ofreciendo productos. Una de ellas, de la misma edad o similar que mi madre, me recordó a ella. Una señora mayor, vendiendo entre los viajeros, buscándose la vida, cuando debería estar viendo series turcas como hace mi señora madre, pero la realidad en otros lugares que no son los míos son totalmente diferentes. Hay que aprender de ello, hay que tener en cuenta que hay lugares en donde las cosas no son tan fáciles como en el nuestro.
Aunque en este artículo he incluido Catamarca, la parte sobre esta provincia la subiré más adelante porque hay mucha, pero mucha miga que cortar.
Así que os espero por aquí en unos cuantos días.